Ella es mi madre, mi mentora en educación y una inspiración constante. Recuerdo cuando era adolescente y la veía liderar con amor y entrega una escuela de párvulos. Aquel espacio no solo era un lugar de aprendizaje, sino también un refugio de oportunidades para todos los niños, sin distinción.

Un día, mientras la visitaba, noté algo diferente: entre los pequeños, había niños con condiciones especiales. En aquella época, hace más de 40 años, la inclusión no era un concepto reconocido ni una política establecida. No existían decretos ni normativas que promovieran la diversidad en las aulas, pero ella ya lo hacía, con la convicción de que cada niño merecía aprender y crecer en un entorno de respeto y amor.

Esa experiencia marcó mi vida y despertó en mí la pasión por la educación inclusiva. Fue mi primera lección sobre lo que significa verdaderamente enseñar: abrir puertas, romper barreras y creer en el potencial de cada ser humano.

Hoy, me llena de gratitud contar con su participación en este proyecto como asesora y mentora. Su visión y experiencia enriquecen nuestra labor en School AI, guiándonos hacia un modelo educativo más humano, innovador y accesible para todos. Su legado sigue vivo, y juntos continuaremos transformando vidas a través de la educación.